Todo autor novel llega a ese momento en el que ha terminado su obra y la pregunta que le asalta es: ¿Y ahora qué?

Echemos mano de nuevo de la antigüedad clásica para buscar una respuesta. Que sean las legiones romanas las que nos ayuden a enfocar el proceso editorial que ha de seguir nuestro libro. Hay tres formas de publicar: bien, mal o regular. Así de simple. Y esto es de aplicación tanto en autoedición como en edición tradicional. Hay auténticos desatinos tanto en una como en la otra. En el primer caso, la diferencia la va a marcar nuestro nivel de exigencia y la profesionalidad del equipo de edición; en el segundo, la seriedad del editor. Un ejemplo rápido para entendernos: ¿Habremos publicado bien si el contenido textual de la obra ha sido corregido pero la cubierta de nuestro libro presenta un diseño horroroso? Dejo que pienses en la respuesta.

La primera pregunta a la que deberíamos responder es cuál es el objetivo con el que publico mi libro. ¿Una edición pequeña para mi familia?, ¿una edición más amplia pensado en un círculo mayor de lectores?, ¿persigo el éxito literario? Si la respuesta es la primera, no todo lo que vas a leer a continuación es de aplicación en tu caso. Pero si es la segunda, o la tercera, te conviene, y mucho, tener presente lo siguiente.

El éxito militar de la legión romana y sus distintos cuerpos se fundamentaba en la disciplina y en su sentido de pertenencia al grupo. No eran más fuertes ni más grandes que sus oponentes, pero sí estaban mejor entrenados. Cada soldado funcionaba con un sentido de unidad y no por separado, tal y como con frecuencia hacían muchos de sus enemigos, lo que acababa por descomponer sus filas. Pues bien, el proceso de edición de un libro ha de funcionar igual, entendiéndolo como un todo. Pongámonos en situación. Has finalizado una novela y crees que más o menos ya es un manuscrito digno de evaluación. ¿Cuál es entonces el proceso que deberá pasar para asegurar una correcta edición con garantías profesionales? Lo explicaré de forma esquemática:

• Un informe de lectura, que ha de ser una evaluación profesional y en profundidad del contenido de la obra para detectar sus virtudes y posibles defectos.
• Una corrección ortotipográfica y de estilo para asegurarnos de que nuestro texto no contiene errores que hagan ilegible su lectura.
• Una maquetación profesional del texto para que el contenido esté perfectamente organizado y cuadrado en el espacio de las páginas que componen nuestro libro.
• Una cubierta diseñada de forma profesional. Atractiva, original e imaginativa, que estéticamente despierte el interés a primera vista y no con cualquier imagen o ilustración, siempre según los patrones que debe cumplir para una correcta impresión de la misma.
• Unos materiales de calidad tanto para las páginas interiores como para la cubierta. Por ejemplo, para una novela, un papel interior de no menos de ochenta gramos y una tapa blanda de al menos doscientos sesenta. La idea es que el libro no parezca un papel de fumar.

Estos son conceptos generales en los que se puede profundizar todo lo que se quiera. Están aquí solo como una muestra básica de que todo proceso editorial se compone de varias fases y que, si nuestro objetivo es hacer las cosas de manera profesional, nos conviene cumplir con ellas.

La legión. Cohortes, centurias, soldados… Sí, son partes independientes, pero el conjunto de legión-edición solo funcionará si hay disciplina y lealtad entre los distintos grupos que la componen. De poco sirve un legionario valiente si combate a su aire y permanece aislado de los que están a su alrededor. Su unidad flaqueará y se vendrá abajo. Nuestro libro funciona igual. En resumen, apliquemos la disciplina romana a la hora de editar nuestras obras y el resultado será siempre muy superior que si se presta más atención a unas fases y se descuidan otras. Es un buen consejo. Síguelo.